Se había fijado en él incluso antes de que se sentara a su lado. Su corriente aspecto y su serena actitud le habían llamado la atención desde el momento en que le vio subir al autobús. Carraspeó nerviosa y guardó el periódico del día, en el que volvían a hablar de aquellos extraños asesinatos; dos conductores del transporte urbano muertos en el último mes.
—Menudo tráfico hay hoy, ¿eh? —dijo al fin, nerviosa, tras varios minutos—. Son todo frenazos y acelerones...
—Sí, el típico viaje en autobús... Y tampoco la pericia del conductor ayuda mucho, la verdad —replicó el extraño muchacho con cierto desprecio, tras permanecer callado durante unos segundos sorprendido de que la chica le dirigiera la palabra—. Éste es además uno de los peores...
—Jaja, ¿acaso conoces a todos los conductores de Granada?
—Podría ser. Si no a todos a la gran mayoría. Y pocos se salvan...
La chica le vio hundirse en el abrigo, volviendo a sus propios pensamientos. Ella asintió con la cabeza, dando su aprobación.
—Son horribles, sí... Desquician a cualquiera. Y no sólo ellos, sino el transporte urbano en general. El servicio de la Universidad es exasperante, entre retrasos y problemas varios... Pero veo que no somos los únicos que tenemos algo contra ellos... —afirmó la joven, señalando con el dedo el titular del periódico.
Su acompañante se giró hacia ella y la miró fijamente a los ojos, como si intentara ver en su interior.
—¿Cómo te llamas? —le preguntó con curiosidad, sonriendo.
—Leticia, ¿tú?
—Leticia... ¿Y a qué te dedicas?
—Soy bióloga. Sí, aún existimos —bromeó al ver su cara de sorpresa—. Bióloga de bota, en concreto; y eso que dicen que la bata de laboratorio me sienta muy bien. ¿Pero qué hay de ti?
—Bueno... Antes era vigilante; nocturno. Mas eso se acabó hace algo más de un mes, cuando me despidieron al llegar tarde por enésima vez, debido al autobús... Ahora me dedico a... poner las cosas en su sitio.
Leticia no llegó a comprender del todo el sentido de sus palabras, pero le daba igual. Aquella eterna y misteriosa sonrisa le había conquistado por completo. Estaba absorta en él; tanto que ni se enteró del último y desproporcionado frenazo del vehículo, ni de la blasfemia lanzada por el muchacho.
—Bueno, fin del trayecto. Aquí me bajo —le dijo en voz baja—. Ha sido un placer conocerte, Leti; espero que volvamos a vernos pronto.
El chico le sonrió por última vez y se levantó en dirección a la parte delantera. Sosegado, como siempre. Tranquilo incluso cuando sacó la pistola del interior de su chaqueta y apuntó al conductor, que acababa de abrir la puerta. Impertérrito al bajar las escaleras, acompañado por un pequeño reguero oscuro de sangre. Satisfecho, cruzando la calle.
Ajeno a la histeria desatada en el autobús. Como Leticia, que suspiraba mirando por la ventanilla.
—Pues es bien mono...
···
De nuevo un pequeño relato. Y de nuevo por un reto procedente de Twitter.
Esta vez por parte de Leticia, que tras un intercambio de opiniones sobre lo desesperante que puede llegar a ser el transporte urbano me propuso un relato (con cameo incluido) en el que un usuario desquiciado se dedicase a matar "autobuseros".
También por ello esta entrada va a dedicada a todos los que hemos sufrido alguna vez los retrasos, frenazos y agravios varios de este tipo de transporte (aunque también considero que es un trabajo en el que se puede perder la paciencia fácilmente).
Hasta la próxima.
Es que a caso nadie se atreve a comentar en este espacio abierto?
ResponderEliminarTemen quizás herir el ego del autor? O por el contrario no alimentarlo suficientemente
Pues yo que soy una inconsciente y una insensible, allá voy:
"YA LO SABÍA"...
Habrá que perdonarlo por tratarse de un reto...
Habrá que entender lo que se "sufre" en el transporte público...
Habrá que obviar la idea romántica, idealista y ecológica del transporte colectivo...
Por un momento no habrá de recordarse que la convivencia entre individuos no es precísamente fácil, insensato es quien así lo proclame o pretenda no tenerlo en cuenta...
Habrá que olvidar la suerte de tenerlo. En fin, hay que quejarnos del gusto... dado que ni nos dejan ni nos atrevemos a reclamar lo que realmente tendríamos que...
Disimuladamente y 'a propósito de' dejo caer un guante, que no un pañuelo... Quizás el autor ni si quiera lo note, dado el volumen de retos que recibe...
Sin embargo, hay que reconocer sus ánimos por los diálogos, y sus apuestas por las escenas y el graficismo que le caracteriza... y después de todo, lo escribió un chico... ;P
Dicho todo desde el cariño y animándote a más!
Como siempre muchas gracias por tu opinión, Pilar. Comparto tu crítica, y agradezco mucho tu reconocimiento.
Eliminar¡Y que siempre te pases por aquí! :D
Un abrazo,
Álvaro F.
Jajaja, me imaginaba algo así!!!, pero sin duda el final me ha sorprendido mucho, no por el asesinato del pobre conductor (que no deja de ser una ficción...) si no por la reacción de la chica :).
ResponderEliminarMe ha gustado muchooooo y mil gracias por ese cameo jejeje, la verdad que he disfrutado.
Me alegro mucho que te haya gustado :D
EliminarEn verdad disfruté escribiendo, así que estoy más que satisfecho :)
Como ya te comenté no descarto que sea el inicio de una historia más grande... ;)
Un abrazo,
Álvaro F.