"—Se nos olvida algo... Estoy segura —sentenció Dolores meneando la cabeza.
—No empecemos, Loli, ¡por favor te lo pido! —rogó su marido encorvado sobre el volante—. ¡Si ni siquiera hemos salido de la ciudad!
—Pero falta algo, ¡seguro! Y me desespera no saber el qué... Déjame repasarlo todo otra vez: persianas cerradas, luces apagadas,...
La escena se repetía un verano más en el pequeño utilitario de los Santillana. Habían salido muy temprano, en un vano intento de evitar el colapso de la autopista. Pero Jacinto sabía que eso era imposible; que a esas horas todo el mundo trataba de salir en dirección a la costa. Como ellos. Cinco horas de asfixiante viaje en aquel diminuto coche lleno de maletas. Y de niños:
—Papá, tengo sed.
—Pues bebe, hijo.
—Pero es que está caliente.
—Pues es lo que hay.
—Pero yo no quiero agua caliente.
—Ni yo aguantarte todo el viaje, Lucas. Así que o lo bebes o te callas o paro el coche y te tiro de cabeza al río más cercano para que te hartes de agua fresca.
Jacinto oyó cómo Lucas, tras unos segundos de duda, abría la botella y le daba un buen trago. A su lado Dolores seguía repasando.
—..., puerta cerrada con llave, las tres maletas en el maletero,...
—Loli, cariño, ¡relájate! Todo está en orden, ¡nos vamos de vacaciones!
—¡Claro mamá! Ahora por lo menos nos reñirás estando en la playa —bromeó Lucía, la mayor.
—Ya, ya... Espero que no me deis ningún susto en el agua, o que a Rosi no le dé por desaparecer bajo la arena, ¿eh, Rosi? —rió a su vez la madre preguntando a la más pequeña, pero al no recibir respuesta alguna se sobresaltó—. ¿Rosa? ¡Ay Jacinto, ya está, que nos hemos dejado a Rosa en casa!
—Chsst, ¡mamá! ¡No des voces! Se quedó dormida en cuanto arrancó el motor.
A Jacinto cada vez le temblaba más el pie sobre el pedal del embrague. Se suponía que era el día en el que empezaba la tranquilidad y decía adiós al estrés. Pero la playa estaba todavía demasiado lejos...
—Papá...
—¿Qué, Lucas...?
—Tengo pis.
—¿Qué, Lucas...?
—Tengo pis.
—¡Será posible! ¡¿Y tú ahora por qué lloras, Loli?!
—¡¡Porque no recuerdo qué he olvidado este año!! —estalló Dolores, enrabietada.
Las vacaciones de los Santillana empezaban por todo lo alto.".
···
Un pequeño e inocente relato justo antes de irme de vacaciones. Quince días en los que espero leer bastante, escribir mucho y desconectar totalmente de la rutina diaria.
Y en verdad quiero aprovechar estas dos semanas para tener al fin el tiempo necesario para pensar y dar formar a varios proyectos que tengo pendientes. Entre ellos dar un verdadero arreón al mundo de Cohntinua (escribiendo el Segundo Capítulo y continuando con el diseño de personajes y criaturas), ideas para este blog (una rima, dos nuevos relatos, las aventuras de Dinoacetil CoA,...) y otros proyectos más ambiciosos que no tienen forma de blog.
Pero como siempre, del dicho al hecho hay mucho trecho, así que ya os contaré a mi vuelta.
Portaos bien y disfrutad todo lo que podáis estos días.
Hasta la próxima.
Muchas metas para un corto período en el que se supone deberías liberar la mente... no deberíamos prometer lo que no podemos cumplir, y peor aún lo que sabemos que no cumpliremos...
ResponderEliminarY de tu relato, más que criticar los viajes y los atascos de autopista, yo aprovecharía una vez más para decir que no es fácil convivir, ni con aquellos a quien más quieres... pero quién dice que lo difícil no nos hace felices...
Y aprovecho para criticar en tu prosa una vez más la aparición de estereotipos... una pena en alguien que considero tan poco enmarcado en cuadro alguno... ;P
Lo que no entiendo es por qué os váis de luna de miel sin haberos casado antes, o es que ya os habéis casado y no me invitasteis a la boda? Xddd! Ahora en serio, pásatelo muy bien, y vuelve con las pilas recargadas, que ya hace tiempo que tengo ganas de saber más sobre Baaaalleeeenooooo jejeje. Biquiños!
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