Lo que son las cosas.
Escribí este texto hace ya 5 años, en 2014, pero nunca me decidí a publicarlo y quedó en el cajón. He vuelto a leerlo ahora, tras una conversación entre amigos, y me he dado cuenta de que sigue estando vigente pese al paso de los años. Como si lo hubiera escrito hoy, desde cero.
Hora de darle al botón de publicar, parece.
Todo empieza cuando aún eres un crío.
Sin nada que impida imaginarte flotando en el espacio o en un campo de fútbol de primer nivel. O desenterrando huesos de dinosaurios fabulosos en pleno desierto, como me solía ocurrir. La cuestión es que uno se ilusiona temprano, porque es fácil y se es inocente.
Escribí este texto hace ya 5 años, en 2014, pero nunca me decidí a publicarlo y quedó en el cajón. He vuelto a leerlo ahora, tras una conversación entre amigos, y me he dado cuenta de que sigue estando vigente pese al paso de los años. Como si lo hubiera escrito hoy, desde cero.
Hora de darle al botón de publicar, parece.
Todo empieza cuando aún eres un crío.
Sin nada que impida imaginarte flotando en el espacio o en un campo de fútbol de primer nivel. O desenterrando huesos de dinosaurios fabulosos en pleno desierto, como me solía ocurrir. La cuestión es que uno se ilusiona temprano, porque es fácil y se es inocente.
Después de unos años (casi) todos volvemos a la realidad, y nos empezamos a conformar con sueños un poco más modestos. Nunca llegamos a perder la esperanza del todo, claro; pero durante la adolescencia nuestras pretensiones se vuelven algo menores. Pasas el tiempo, por ejemplo, pensando en ese concierto que darás, dando a conocer esa maqueta tan buena que has grabado con tus colegas; o en el libro que por fin has publicado y puedes regalar a tus padres. Eso sin hablar, por supuesto, de tu vida sentimental, tu coche o tu piso.
Es verdad, como digo, que es en la adolescencia cuando te llevas el primer fiasco respecto a tus ilusiones iniciales y te ves obligado a reordenar tus sueños. Pero es, a la vez, el momento en el que te sientes con más fuerza que nunca. Te vas a comer el mundo. Estás convencido de que puedes ser tan bueno tocando la batería como cualquier otro, o que tus sagas literarias gustarán tanto que se venderán en todas partes llegándose incluso a rodar alguna que otra película sobre ellas.
Nadie te va a parar.
"Delusions are meant to justify the things you do.
Delusions never qualify as an excuse."
Pariah - dredg
Bueno, ya sabéis todos que eso tampoco es así. Yo mismo soy consciente de que nunca seré el percusionista de un grupo relativamente famoso, dudando incluso de que vuelva a empuñar mis viejas baquetas una vez más. Y es más que evidente que nunca jugaré al fútbol profesional, ni descubriré un dinosaurio al que poner el nombre que yo quiera. Peor aún: poco a poco empiezo a aceptar que jamás terminaré uno de los tantos proyectos literarios que sigo imaginando, ni siquiera llegando a publicar un solitario ejemplar que guardar satisfecho en mi estantería. Muy probablemente nada de esto pase, aunque de seguro lo seguiré intentando. Pero seguramente sea así porque, a fin de cuentas, no valga para ello. Ni valgo ni tengo tiempo ni energía, vaya. Y, realmente, no pasa nada. Quién sabe, quizás haya llegado de nuevo la hora de replantearme mis sueños. He conseguido cumplir otras ilusiones, y éstas me condicionan (inevitable y afortunadamente) el día a día y me impiden perseguir el resto de metas. Y repito, no pasa nada. Lo que de verdad importa, en último término, es darse cuenta de quién es uno. De qué tiene. De qué es.
Starlight - Muse
"Our hopes and expectations.
Black holes and revelations."
Hay una persona muy especial para mí que siempre me habla de la que quizás sea la palabra clave en todo esto, aunque no lo sepa: "expectativas". Bien es cierto que ella me lo recuerda con temas mundanos (como puede ser un evento deportivo o una serie de televisión), y que el sentido que le da no se refiere exactamente al tema del que hablo hoy. Pero la idea es clara: sin expectativas no hay chasco. Tan sencillo y cierto como eso.
¡Ojo!, no digo que se deba vivir sin ilusiones. Eso es imposible, y contraproducente. La ilusión es el motor de la vida. Sin ambición no hay progreso, ni éxito. Pero hay que aprender a lidiar con esos sueños. Conocerlos, limitarlos y controlarlos. Y saber deshacerse de ellos llegado el momento.
No pudo ser, mis queridas y viejas amigas, pero que nos quiten lo aporreado... |
Puede que no consigamos hacer todo lo que nos hemos propuesto, o que no seamos la personas que hubiésemos querido ser. Pero eso no quiere decir que hayamos fracasado, o que no puedan llegar nuevas metas que nos ilusionen y nos hagan avanzar, mejorar y sonreír.
Recuerdos y sueños, eso somos.
Recuerdos y sueños, eso somos.